Pionero del género
Isaco Abitbol, entre el vuelo de la calandria y los caminos del chamamé
En esta fecha recordamos a Isaac Abitbol, conocido artísticamente como Isaco. Nació el 29 de noviembre de 1917, en Alvear, provincia de Corrientes. Además de recibir lecciones de piano, adquirió conocimientos d...
En esta fecha recordamos a Isaac Abitbol, conocido artísticamente como Isaco. Nació el 29 de noviembre de 1917, en Alvear, provincia de Corrientes.
Además de recibir lecciones de piano, adquirió conocimientos de bandoneón y realizó un aporte autoral que lo coloca en uno de los protagonistas más importantes del género.
Comenzó a grabar con Emilio Chamorro, colaboró con innumerables amigos como Julio Montes, Tarragó Ros y Luis Acosta, entre tantos otros.
En una entrevista realizada por Vicente Cidade, el bandoneonista comentó que, después de una incursión con el acordeonista Miguel Repiso, decidió realizar su propio derrotero.
Fue así que el camino solista de Isaco Abitbol comenzó en 1951, cuando fue requerido por una serie de contratos para el sello Odeón.
Sus discos en formato de 78 RPM salían con la etiqueta Pampa dejando un registro de 22 títulos en un espacio de tres años.
No fue fácil para este intérprete su actividad solista después de su salida en el Cuarteto Santa Ana, que continuó bajo la dirección de Ernesto Montiel.
A partir de 1954 comienza a registrar sus grabaciones en el sello Music Hall. Allí, con una serie de colaboraciones de varios músicos, fue dejando su impronta dentro del chamamé.
El trío musical que no funcionó
Matías Galarza, hijo de Roberto Galarza, el Zorzal del Chamamé, habló con este diario sobre la figura de este bandoneonista. "Después del Cuarteto Santa Ana, Roberto Galarza salió junto a Isaco en la tapa del disco La bailanta. La idea fue del propio bandoneonista con esa generosidad que lo caracterizaba, para presentar al cantor a distintos productores y visualizarlo dentro del sello Music Hall. Más tarde se unió el chaqueño Julio Anselmo Lorman formando el Trío de Oro", explicó.
El novel conjunto musical realizó la grabación de tres trabajos discográficos entre los que se destacan Trío de Oro, Volumen 2 y Caraí del Chamamé. Aunque los discos funcionaban muy bien comercialmente, la gran resistencia que hubo en aquellos años era hacia los cantores solistas. "El ambiente del chamamé los rechazaba. Esa formación no funcionó ya que el público tenía predilección por otros gustos musicales. Recordemos que en aquellos años de la década del 70 comenzaron a surgir conjuntos dentro del género que tenían por características a dúos vocales. La complicación llegaba a la hora de realizar actuaciones. En el año había dos o tres festivales importantes, como el de Santo Tomé, donde Galarza no tenía mayores problemas. El tema eran los bailes o pistas que debían trabajar todo el año, los pisteros no contrataban porque la gente buscaba otra cosa", argumentó Matías y agregó: "A Isaco lo considerábamos un tío entre nosotros y varias veces yo le conseguía bailes por distintos lugares. Los conjuntos mejor pagos a mediados de los años 80 eran Los de Imaguaré, Grupo Reencuentro y mi papá, Roberto Galarza. Como los contratos los manejábamos nosotros, poníamos el precio por el binomio Galarza-Abitbol y muchas veces no querían pagar. Así, una vez Isaco se fue a un barcito cerca del mercado central y lo vio un organizador de Santo Tomé, lo llevó a él por unas monedas. En ese caso él no tenía problemas".
Matías acude a su memoria prodigiosa y sigue comentando situaciones. "Cuando estábamos de gira por Buenos Aires con el Trío de Oro, nos manejamos con la estanciera de Julio Lorman y yo los acompañaba porque mi papá me llevaba a todos lados. Un día, antes de brindar su actuación en el baile El Aconcagua, en la ciudad de La Plata, surgió el comentario de que el lunes tenían que presentarse a grabar. El domingo, después de las actuaciones se juntaron a ensayar alrededor de cuatro temas. Al otro día grabaron todo un disco. Poseían la genialidad de improvisar en el estudio", puntualizó.
También nos agrega que el locutor Juan Carlos Fernández vio en una pista bailable de la ciudad de Corrientes la actuación del trío musical y quedó encantado el nivel que pregonaban. La particularidad era que los tres subían al escenario y tocaban el tema del disco de una manera diferente a la grabación. La adrenalina de la gente y el sonido te potencian; entonces, sale mejor", finalizó.
Una travesura que se convirtió en disco
Jorge Da Silva, conocido popularmente como el Portugués, técnico de grabación de aquellos años en el sello discográfico y posteriormente en estudios ION, estaba registrando el primer disco del Trío de Oro y le gustaba el fraseo de Galarza que tenía un aire tanguero.
Para el segundo trabajo le comentó al cantor y este le sugirió que le pidiera a Isaco que le tocara unos tangos, pero el alvearense se excusó para otro momento. En la siguiente sesión tuvo la oportunidad de registrar tres tangos: Dicha pasada, Gloria, Pato y el vals Por una mujer, que fueron registradas en una pequeña cinta que el técnico se la llevó a su casa solo para uso personal. Con el paso del tiempo se la hizo escuchar para que se difunda a varios amigos, la particularidad de Isaco tocando tango, sabiendo que era un referente del universo chamamecero. Entre esas personas se encontraba el tanguero Leopoldo Federico, que le contestó que Abitbol tenía un swing único. La información comenzó a correr hasta que el dueño del sello se enteró y le pidió a Da Silva escuchar la cinta. El resultado final fue la publicación de un doble bajo el nombre Gotán de Tres, en 1970.
Un registro para la posteridad
Uno de los momentos más importantes en la vida de Isaco es cuando recibe la invitación de Antonio Tarragó Ros para actuar en el estadio Obras el 8 de junio de 1984. El acontecimiento tuvo una gran repercusión en los medios gráficos de la Capital Federal. En ese momento, Antonio Tarragó Ros fue hasta las oficinas del sello Music Hall para dialogar con Roberto Quirno, que estaba a cargo de la dirección artística del elenco. Isaco era parte de ese catálogo de artistas. Entonces, en medio de una charla, Quirno le propuso producir el disco a Antonio, que aceptó gustoso.
Al tener una responsabilidad enorme entre sus manos, Antonio nunca había producido un disco, ideó un trabajo cuidadoso. En aquellos tiempos no existían los adelantos tecnológicos, era todo analógico.
Las tomas se realizaron en el estudio TNT, que se encontraba por la calle Moreno. El lugar era chico y el artista se sentía a gusto ya que no le gustaban los estudios grandes.
Ros gestionó incorporar a Roberto Galarza para que participe junto a su guitarrón, así el bandoneonista se sentía más cómodo en la sala de grabación. Cuando se reunieron a preparar el repertorio, la idea principal era registrar obras que representen a Isaco. Se grabaron los títulos La suerte, Chamamé del Espíritu Santo, Nostalgia guaraní, Paraje Bandera Bajada y Agustín Luque. En las obras Pájaros isleros, Granja San Antonio y Taragüí Cambá Ité participó Antonio con su acordeón. El disco contiene otras pistas tomadas en vivo en el estadio Obras, donde el alvearense interpretó obras como La calandria, Bodas de plata, y Cachito, campeón de Corrientes, con la voz de León Gieco. El disco se llamó Grande, maestro.
Otro pasaje sobre la vida de Isaco fue su participación en el documental De Ushuaia a La Quiaca, dirigido y producido por Gustavo Santaolalla en 1985. Antonio produjo la escena donde llevan al bandoneonista en la estación de tren de Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes. Allí interpreta junto a León Gieco su tema emblemático La calandria. Posteriormente, se trasladan a orillas del río Miriñay e interpretan Kilómetro 11, con la voz de Gieco, acompañado por Isaco y Antonio.
Antonio comenta que lo conoció de manera más profunda al alvearense. Lo recuerda como una fina persona, sensible y con un profundo respeto hacia los demás. A Isaco le gustaban las cosas dulces, por ejemplo, consumía sidra. Fue un privilegio trabajar con él. Es esa clase de artistas que te dejan volar. Lo considero un hombre de otro planeta cuando tocaba su bandoneón. Hoy no hay tipos así, como el caso de Ramón Ayala, Horacio Ferrer o González Vedoya.
También agregó una anécdota que Isaco Abitbol cuando le pedían La calandria y, a veces, los solicitantes terminaban hablando con otra persona, este se ofuscaba cuando no le prestaban atención. Pero Antonio, en medio de la charla, le contestaba que le habían solicitado su tema musical; sin embargo, le molestaban esas cosas, porque no ponían en valor su trabajo.
Su legado
Hay una gran cantidad de intérpretes del bandoneón que hoy ejecutan parte de su obra. Por ejemplo, las obras La calandria y Paraje Bandera Bajada son interpretadas en cualquier tipo de reunión cuando se menciona su nombre. Sin embargo, hay otros colegas de renombre que incursionan en su discografía y rescatan del olvido clásicos como El atorao y Alvear orilla, ejecutados por Jorge Balmaceda y Juan Benítez.
Hasta el día de la fecha siguen surgiendo registros de fotos, videos y ensayos del propio Isaco, que muchos aficionados han guardado en el cajón. Eso agiganta su nombre cuando descubrimos obras interpretadas en su caja de música. Uno de los últimos registros profesionales fue con el Trío Pancho Cué. Allí nos enseñó que el chamamé es una expresión regional simple, solo alcanzan unas pocas notas musicales, para conmover el corazón de quién la escucha.
En este año se cumplieron 30 años de su desaparición física ocurrida el 6 de marzo de 1994. Sin embargo, su legado continúa vigente, fiel reflejo del hombre correntino.
TEXTO: GUIDO RODRIGUEZ FUENTE: REPÚBLICA DE CORRIENTES
- Fecha 29.11.2024
- Sección Ciudad
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