Artista

José Kura, el hombre de los 200 murales

De su cabeza y de sus manos nacieron las obras artísticas más importantes de la ciudad y supo convertir su nombre en sinónimo de muralismo en Corrientes y en otros puntos del planeta. Sus trabajos se lucen hoy en países...

De su cabeza y de sus manos nacieron las obras artísticas más importantes de la ciudad y supo convertir su nombre en sinónimo de muralismo en Corrientes y en otros puntos del planeta. Sus trabajos se lucen hoy en países como Israel, México, Brasil, Paraguay y en varias provincias del país. En esta entrevista con República de Corrientes, José Kura cuenta cuál es su mural preferido, qué le quedó en el tintero, sus nuevos proyectos y hasta una anécdota increíble. 

—¿Cuántos años con el arte, José?
—Uf, y yo empecé en 1986 aproximadamente. En aquel momento estudiaba Medicina y dejé la carrera. Antes ya había empezado como un hobby el dibujo y la pintura. Al muralismo me incorporé después de la mano del maestro Juan Carlos Soto. En total, redondeando, serán 40 años.
—¿Cuántos murales hizo?
—Mirá, la verdad es que dejé de contar hace más de 20 años. En aquel momento, ya tenía cerca de 80. Hasta este momento debo llevar 200 o un poco más, pero es un número tentativo. Tengo 16 obras hechas en Israel, cerca de 20 en Brasil, 2 o 3 en Chile, 5 en Paraguay, 2 en Uruguay y 4 en México. Y en Corrientes hice cerca de 30, además de trabajos en otras provincias. 
—¿Cómo nació Corrientes Ciudad de los Murales?
—Fue en 1991, con el grupo Arte Ahora. El primero que hicimos fue el de la plazoleta Italia. La idea fue impulsada por nosotros, pero contó con el apoyo de la Municipalidad de aquel momento. Detrás de las grandes obras artísticas siempre estuvo el Estado. 
—¿Pensaron en aquel momento que el proyecto sería tan perdurable?
—Lo primero que te puedo decir es que hay una diferencia entre la moda y la tendencia. El muralismo fue una tendencia, aunque no fue fácil. Cuando comenzamos sabíamos que el esgrafiado iba a durar, porque es una técnica antigua a la que le dimos más grosor y más color. La ambición estaba y de pronto fue como un boom. Recién a fines de la década del 90 vislumbramos que era algo que empezaba a multiplicarse.
—¿Por qué el muralismo?
—Hay que diferenciar. Por un lado, está el arte urbano, que tiene mucho de diseño gráfico y utiliza otro lenguaje, con figuras grandes como vemos en las paredes de los edificios. El muralismo es también arte urbano, pero incluye una gramática, tiene otro lenguaje. Todos somos artistas, pero el muralismo tiene una narración especial. El Mural de la Correntinidad, por ejemplo, tiene figuras grandes, chicas, letras, es un mundo de cosas, porque cuenta una historia. Yo podría haber hecho diez caras grandes y completar el espacio, pero eso hubiese sido otro abordaje. 
—¿Cuáles son los murales más importantes de la ciudad?
—Hay muchos, está el del (colegio) Robineau, que tiene casi una cuadra. También, obviamente, el de la Correntinidad y el de la plaza Italia, pero hay muchísimos. 
—¿Alguno que hizo fue un dolor de cabeza?
—El de la plaza Italia. Cuento una anécdota: estábamos haciendo el primer paño con la imagen del indio y estaban algunos albañiles trabajando con nosotros para el revoque. Teníamos que pasarle el sellador, que es un producto que crea como un plastificado transparente y hace que la obra dure mucho tiempo. Uno de los albañiles se ofreció a hacer el trabajo y le aclaré que tenía que rebajar el producto con un 50 % de agua. Al otro día fuimos con Soto a ver cómo quedó y resulta que el mural tenía como un manto de neblina, porque le pasó puro. Quedó blancuzco. Tuvimos que lijar todo suavemente y repintar esa parte. 
—¿Alguna obra que le haya quedado en el tintero?
—Hice muchos murales, y cuando uno los hace pone lo mejor de sí, pero eso no es para siempre. Uno va cambiando y mejorando su visión. Yo creo que hoy no todos merecen el mismo aplauso, algunos me gustaría cambiar, pero implicaría una gran logística y, muchas veces, el que lo pidió no quiere. 
—¿Y alguno que le guste especialmente?
—El de la Correntinidad, este último que se hizo hace poco. Creo que superó todo. Tiene que ver con que estoy más maduro. Estoy trabajando con cuatro chicas, que son espectaculares. Nosotros, los hombres heterosexuales y blancos, venimos con derechos adquiridos, nadie nos cuestiona tanto. Pero la mujer tiene que conquistar esos derechos, y esa potencia lo vuelcan en el arte. No es que sean mejores, sino que los varones estamos más cómodos y tenemos poco para conquistar.  
—¿Cuál cree que es la edad de madurez de un artista?
—Entre los 35 y los 50 hay mucho de audacia, locura, un poco de inexperiencia todavía y de aprendizaje. A los 55 o 60 años se hacen grandes cosas por el tiempo de crecimiento y maduración. Sabés qué te gusta y cómo, qué querés hacer y qué no. Ningún artista hizo su gran obra a los 70 u 80 años. 
—¿Le molesta que le hablen u opinen mientras pinta?
—No, para nada. Una vez, mientras hacía el Mural de la Correntinidad, estaba pintando una carreta en una peregrinación. Se acercó un señor y me dijo: "A usted le está faltando algo, los chorizos colgados". Y lo hice. 
—¿Tiene proyectos nuevos?
—Tengo varios proyectos en Brasil y con el grupo Ñande Arte. Sigo en la Municipalidad, pero este año me jubilo. 
—¿Y después?
—Voy a seguir pintando, porque esta es mi vida. Yo estoy bendecido. Si bien pasé momentos difíciles, como todos, soy un bendecido. Si había muchas vidas que podía vivir, esta que me tocó es la mejor. 

 

 

FUENTE:REPÚBLICA DE CORRIENTES

  • Fecha 12.05.2025
  • Sección Ciudad
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